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Claves para la elaboración de un programa de gobierno

Las personas que formamos parte de este proyecto asumimos con convicción y esperanza la responsabilidad de liderar una etapa ilusionante para la Universidad de Sevilla. Defendemos la autonomía universitaria como un valor irrenunciable, apostamos por la transparencia y la rendición de cuentas, y nos comprometemos con el desarrollo sostenible, la inclusión, la equidad y la excelencia en la formación, la investigación, la transferencia y la gestión. Cuidar y proteger la universidad pública es, hoy más que nunca, una prioridad para construir una sociedad más justa, crítica y comprometida con el bien común.

Todas estas reflexiones se resumen en nuestro lema: PENSANDO EN TI.

Defendemos la autonomía universitaria como un valor irrenunciable
Apostamos por la transparencia y la rendición de cuentas
Nos comprometemos con el desarrollo sostenible, la inclusión, la equidad y la excelencia en la formación, la investigación, la transferencia y la gestión
Función social
Icono de función social

En 2020, la Conferencia de Rectores y Rectoras de las Universidades Españolas (CRUE) elaboró un documento dirigido a las personas con responsabilidad política de nuestro país, en el que se reflexionaba sobre el modelo de universidad “que deseamos” para el año 2030. A esa pregunta conviene añadir otra, quizá implícita en el propio documento: ¿qué universidad necesitamos? Solo respondiendo a esta cuestión seremos capaces, al llegar al final del mandato, de haber contribuido de manera decidida al fortalecimiento de la universidad pública como referente de la educación superior y como generadora de conocimiento con impacto real en la sociedad. Una sociedad que no puede construirse al margen de sus universidades públicas, ni afrontar sus problemas sin el impulso del conocimiento.

En este marco, no podemos obviar la vertiginosa transformación que atraviesa nuestra sociedad, marcada por la aceleración tecnológica, la complejidad global y una creciente desigualdad. La universidad pública se enfrenta a un entorno cada vez más hostil, con fuertes presiones externas, una proliferación de modelos privatizadores y una demanda social cada vez más exigente y diversa. Esta realidad nos interpela con fuerza. Asumimos, con plena conciencia, la responsabilidad de responder a estos desafíos desde el compromiso colectivo, el pensamiento crítico y el fortalecimiento del conocimiento como bien común. La universidad debe erigirse en un espacio de renovación y de esperanza, reafirmando su papel como motor de progreso social, equidad y democracia. Reforzar el liderazgo de la universidad pública en respuesta a los desafíos sociales debe ser un eje transversal de toda acción de gobierno.

Para que ese liderazgo sea posible, es imprescindible revisar en profundidad las funciones que tenemos encomendadas, así como reflexionar sobre quiénes formamos la comunidad universitaria, sobre el modelo de gobernanza y sobre la financiación que permita a la universidad pública cumplir con su papel como institución responsable de la educación superior.

Vivimos en un planeta en crisis y en una sociedad global marcada por crecientes desigualdades entre territorios y colectivos. En este contexto, la ciudadanía debe asumir un rol protagonista en la búsqueda de soluciones, sustentado en el conocimiento, los valores, la capacidad crítica y la defensa de los derechos humanos. La universidad, por su parte, ha de liderar esa búsqueda desde el rigor científico, metodológico y académico, promoviendo la transferencia del conocimiento en todos sus ámbitos: científico, tecnológico, social, humanístico y cultural. Este liderazgo debe incluir, además, el impulso a la innovación, el emprendimiento y la responsabilidad social.

La universidad está llamada a interpelarse a sí misma, a revisar su propio papel como agente de transformación social. Valores como la calidad y la excelencia en la formación, la investigación y la transferencia, así como la igualdad, la equidad, la inclusión, el respeto a la diversidad y el éxito para todas las personas, constituyen los pilares del Espacio Europeo de Educación Superior y deben seguir fortaleciéndose.

Por todo ello, es necesario seguir trabajando para consolidar el compromiso de la universidad con el bienestar de la ciudadanía, la promoción de la cultura, la mejora de la calidad de vida y el impulso al desarrollo humano sostenible.

La formación
Icono de cuaderno

La formación superior es, junto a la investigación y la transferencia, uno de los pilares fundamentales de la universidad. Tal como ha señalado Harry R. Lewis, exdecano del Harvard College: 

“Nos enfrentamos al reto de preparar a nuestros estudiantes para desarrollar vidas florecientes y productivas en un mundo que es dramáticamente diferente de aquél [sic] en el que la mayoría de sus profesores nos formamos”.

Con esta afirmación, y con su crítica a la “excelencia sin alma”, Lewis subrayaba dos cuestiones esenciales del proceso de enseñanza-aprendizaje. Por un lado, la necesidad de que las universidades reflexionemos sobre el modelo de docencia que ofrecemos: una formación integral que dote al estudiantado no solo de conocimientos, sino también de competencias transversales, habilidades para el aprendizaje autónomo y sólidos valores éticos que les permitan afrontar con éxito un entorno laboral y social en constante transformación. Por otro lado, la urgencia de repensar el rol del profesorado, su perfil y la formación necesaria para desarrollar con calidad nuestra función docente.

Esta mirada integral debe extenderse a toda la comunidad universitaria: estudiantado, profesorado, personal investigador y personal técnico, de gestión y de administración y servicios. La formación continua de todos los colectivos, centrada en contenidos estratégicos y habilidades adaptadas a los desafíos sociales y a los profundos cambios que la transformación tecnológica traerá al mundo académico y profesional, constituye una prioridad para los próximos años. Así lo reconocen la Ley Orgánica del Sistema Universitario (LOSU), arts. 19 y 67, y los Estatutos de nuestra Universidad, arts. 3 y 98.

Todo ello debe abordarse sin descuidar la mejora constante de nuestras titulaciones, tanto nacionales como internacionales, así como el impulso a los dobles títulos, la formación dual y la formación continua. La internacionalización debe ser una estrategia transversal que refuerce nuestras fortalezas, corrija nuestras debilidades y articule una visión integrada de la docencia, la investigación, la transferencia, la gestión y la participación activa de toda la comunidad universitaria.

Esta estrategia debe conectar de forma coherente todos los ámbitos de la internacionalización: programas conjuntos, dobles titulaciones, movilidad, redes y proyectos internacionales, cooperación al desarrollo, voluntariado internacional e internacionalización en casa. En este marco, nuestro proyecto de Universidad Europea Ulysseus debe integrarse con el resto de las iniciativas internacionales, reforzando la colaboración académica y explorando al máximo el potencial de los Blended Intensive Programmes (BIPs) en todas las titulaciones.

La movilidad, tanto nacional como internacional, debe ser una experiencia accesible para todo el estudiantado que así lo desee, independientemente de sus circunstancias personales o socioeconómicas. Por ello, es necesario promover una movilidad socialmente responsable, diseñando procedimientos y ayudas específicas que faciliten la participación de colectivos infrarrepresentados.

Asimismo, será imprescindible optimizar los sistemas de garantía de calidad de las titulaciones. Para ello, será necesario simplificar procedimientos, reducir la carga burocrática y reforzar el apoyo institucional a los centros, departamentos y demás estructuras de la Universidad de Sevilla. El futuro Reglamento General de Centros y Estructuras ha de reforzar y reconocer su papel en el gobierno de la Universidad y la necesaria colaboración y apoyo mutuo. 

El Plan Propio de Docencia deberá evaluarse y consolidarse como una herramienta estratégica al servicio de la mejora del proceso de enseñanza-aprendizaje, la innovación educativa y la excelencia docente. La innovación en la docencia debe entenderse como un eje clave de transformación universitaria ante la velocidad con la que se producen los cambios en el conocimiento.

La investigación y transferencia
Icono de investigación

Las universidades somos actores fundamentales del Sistema de Ciencia, Tecnología e Innovación. En España, el 47 % del personal investigador forma parte del sistema universitario, y la mayor parte de la investigación de excelencia se desarrolla en las universidades o con su participación activa. Nuestro país ocupa el cuarto puesto en Europa en captación de fondos de investigación provenientes de la Unión Europea. En este contexto, la Universidad de Sevilla ha incrementado notablemente su participación en convocatorias europeas y actualmente se sitúa en la tercera posición a nivel nacional en captación de fondos del Plan Estatal de I+D+i.

La Universidad de Sevilla desarrolla una investigación y transferencia de calidad en todas las ramas del conocimiento, como reflejan los principales indicadores de producción científica. No obstante, estamos ante una oportunidad clave para identificar áreas de mejora y reforzar aquellas que fortalezcan la investigación de excelencia, la transferencia al sector productivo y social, y el fomento de la innovación. Es esencial, además, sintonizar nuestras líneas de investigación con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), contribuyendo así activamente a las metas establecidas en la Agenda 2030.

Uno de los grandes retos que afrontamos es avanzar hacia una investigación verdaderamente interdisciplinar y multidisciplinar, tal como recogen el artículo 11 de la LOSU, el capítulo II y el artículo 74 de los Estatutos de la Universidad de Sevilla. Debemos promover proyectos que se sitúen en las fronteras entre disciplinas, capaces de abordar con visión integradora los grandes desafíos sociales, económicos, tecnológicos y medioambientales de nuestro tiempo. Como recordaba Karl Popper:

“No estudiamos temas, sino problemas; y los problemas pueden atravesar los límites de cualquier objeto de estudio o disciplina”.

Impulsar la investigación de excelencia en todos los campos del saber debe ser una prioridad estratégica. Esto implica reforzar la competitividad y el liderazgo de nuestros grupos de investigación, mejorar sus tasas de éxito y optimizar la captación de fondos. Para lograrlo, es imprescindible un apoyo institucional decidido y sostenido, que promueva un desarrollo equilibrado entre las diferentes áreas de conocimiento y fomente la participación en convocatorias competitivas tanto nacionales como internacionales.

La investigación universitaria ha de ser un motor de transformación social; debe contribuir a un sistema productivo más sostenible mediante la generación de innovación, tecnologías emergentes y nuevas formas de organización social. En esta línea, es clave reforzar la apuesta por la ciencia abierta y la ciencia ciudadana, desarrollando una estrategia institucional que nos permita afrontar con éxito el cambio de paradigma que representan. Esta estrategia fomenta la transparencia, la participación, la cooperación, la rendición de cuentas, la reutilización del conocimiento y la reproducibilidad de los resultados. Todo ello, sin perder de vista el acompañamiento necesario para asegurar el éxito en los procedimientos de acreditación, y en plena sintonía con los principios del programa Horizonte Europa (2021–2027).

Del mismo modo, hay que fortalecer la transferencia del conocimiento, entendida como una responsabilidad social de la universidad. El conocimiento, como bien público, debe regresar a la sociedad e incidir en su transformación, abarcando todas las áreas del saber y consolidando las relaciones con el tejido productivo, institucional y social, tanto en el entorno más cercano como a escala internacional. Para ello, es fundamental potenciar las estructuras existentes, las asociaciones y fundaciones universitarias y las cátedras institucionales y de empresa. Igualmente es básico desarrollar un programa de prácticas en empresa amplio y sostenido en el tiempo, que permita formar al alumnado en problemas reales del mundo laboral, lo cual contribuirá a fortalecer las relaciones entre la universidad y el tejido productivo.

Profundizar en la integración de la investigación, la docencia y la transferencia será una de las claves de la universidad que queremos construir. Estas tres dimensiones deben alimentarse mutuamente y formar parte de una visión universitaria compartida.

En este contexto, resulta estratégico potenciar el doctorado como etapa de alta intensidad investigadora. Es necesario apoyar de forma decidida la Escuela Internacional de Doctorado de la Universidad de Sevilla y los programas de doctorado, promoviendo proyectos que fomenten la interdisciplinariedad y la formación en competencias transversales.

Asimismo, se debe garantizar un acompañamiento adecuado al estudiantado de doctorado desde su incorporación, ofreciendo orientación clara sobre los recursos disponibles y una atención específica a quienes presenten discapacidad o necesidades educativas especiales, tanto a través de servicios web como de atención presencial.

Impulsaremos, de forma efectiva, los doctorados en cotutela internacional y los doctorados industriales, reforzando las ayudas para la movilidad, el alojamiento y la manutención, con el fin de garantizar que todo el estudiantado tenga acceso a una formación investigadora de calidad sin que barreras económicas ni sociales limiten su desarrollo.

Las personas de la comunidad universitaria
Icono de personas

Las personas que conforman la comunidad universitaria constituyen el principal valor de la universidad. Promover condiciones de trabajo y estudio que favorezcan el desarrollo académico, profesional y personal; garantizar el cuidado, la salud y el bienestar; fomentar la convivencia, el buentrato y la inclusión; prevenir la discriminación y avanzar en la igualdad efectiva entre mujeres y hombres son principios irrenunciables. Del mismo modo, mejorar en conciliación y corresponsabilidad, proteger la equidad, apoyar a quienes se encuentren en situación de vulnerabilidad y atender a la diversidad deben ser compromisos prioritarios de nuestra institución.

Estudiantado

El estudiantado es el corazón de la universidad. Su papel es esencial tanto en los procesos de enseñanza-aprendizaje como en el autogobierno. Por ello, los reglamentos generales, pendientes aún de elaboración y aprobación por el Claustro Universitario, deberán recoger –y profundizar en– los derechos y deberes del estudiantado, garantizando condiciones justas de acceso y permanencia, la igualdad de oportunidades, la aprobación de reglamentación para la evaluación continua y compensatoria, la inclusión en el proceso formativo, la calidad de la enseñanza y su participación efectiva en los órganos de representación y de gobierno.

Como subraya la CRUE, la formación del estudiantado debe combinar conocimientos, competencias y valores. En un contexto de acelerado cambio tecnológico y social, esta formación integral es clave para que el estudiantado pueda construir su futuro con conocimientos y competencias que le permitan abordar con liderazgo, de forma crítica, responsable y comprometida, los desafíos sociales.

Personal Docente e Investigador (PDI)

Respecto al PDI, uno de los grandes retos es la renovación generacional. Debemos planificar estratégicamente la evolución de la plantilla, adaptándola a las demandas académicas y científicas que marcarán el futuro. Estaremos atentos al futuro Estatuto del PDI, que probablemente contemplará la posibilidad de intensificación temporal en docencia, investigación, transferencia o innovación, lo que implicará la elaboración de una estrategia que revise y equilibre el encargo académico en estos ámbitos.

La promoción y estabilización del profesorado mediante ofertas públicas de empleo ajustadas al máximo permitido por la ley será una prioridad. Igualmente, se hace necesario revisar las condiciones docentes entre áreas de conocimiento, con el objetivo de reducir desigualdades y homogeneizar, en la medida de lo posible, las condiciones laborales.

Potenciaremos la Mesa de Negociación del PDI para avanzar en la equiparación de derechos y deberes del profesorado funcionario y laboral permanente, y en el reconocimiento de todas las funciones que desarrolla el profesorado: docencia, investigación, divulgación, transferencia y gestión. También impulsaremos medidas para asegurar el derecho a la conciliación y la corresponsabilidad, con especial atención al cuidado de menores o personas dependientes, así como para mejorar el apoyo al profesorado con discapacidad, eliminando barreras y proporcionando los recursos necesarios.

Todo ello se abordará a través de la evaluación y actualización de las medidas de conciliación y corresponsabilidad y de la elaboración del futuro Plan Concilia y del Plan de Atención a las Personas con Necesidades de Apoyo.

En coherencia con la LOSU y con los Estatutos de la Universidad de Sevilla, desarrollaremos una Estrategia de Formación del PDI que se someterá a la consideración del Consejo de Gobierno para su aprobación. Esta estrategia contribuirá a promover el aprendizaje activo del estudiantado y la evaluación continua de manera coordinada con el Plan Propio de Docencia. Atenderá a las necesidades tanto del profesorado novel como del ya consolidado, abordando la formación inicial del personal docente e investigador de nuevo ingreso durante sus dos primeros años. Recogerá actuaciones en materia de formación del profesorado, de innovación y de evaluación docente, entre otros aspectos clave como metodologías inclusivas, diseño universal del aprendizaje, innovación docente, aprendizaje-servicio, impacto de la inteligencia artificial en la enseñanza y la evaluación, competencias lingüísticas, así como normativas y competencias específicas vinculadas a los títulos.

Personal Técnico, de Gestión y de Administración y Servicios (PTGAS)

El colectivo del PTGAS desempeña una función estratégica en el funcionamiento de la universidad. La digitalización y el avance de las tecnologías de la información han transformado la prestación de muchos servicios, exigiendo una actualización constante de competencias y un perfil profesional altamente cualificado.

En los próximos años, el número de jubilaciones previsto obliga a una planificación cuidadosa de los recursos humanos. Será necesario revisar la Relación de Puestos de Trabajo (RPT) y el manual de funciones, así como diseñar estrategias que aborden tanto la incorporación de nuevos perfiles como la preparación para la jubilación del personal actual. Este proceso debe ir acompañado de medidas específicas en materia de teletrabajo, conciliación, formación continua, planes de prejubilación y programas de transición hacia la jubilación.

Es imprescindible reconocer y poner en valor el trabajo del PTGAS y garantizarle las condiciones necesarias para continuar siendo un pilar fundamental de la universidad del futuro.

Los compromisos específicos con cada uno de estos colectivos serán desarrollados en detalle en los distintos apartados del programa, en los que se plasmarán propuestas concretas orientadas a mejorar su bienestar, promover su desarrollo y reforzar su papel esencial en la construcción de una universidad que siga incrementando la excelencia, más eficaz y eficiente, más transparente, más justa, inclusiva y comprometida.

Sobre la gobernanza
Icono de bocadillo de diálogo

La Ley Orgánica del Sistema Universitario (LOSU) reconoce expresamente la importancia de una gobernanza moderna, participativa y eficaz. En su preámbulo, se señala que, en el contexto de una gobernanza multinivel, el sistema universitario debe avanzar hacia una mayor madurez organizativa y documental, apoyándose en la transformación digital. El objetivo es garantizar, ampliar y actualizar los servicios públicos de educación superior de calidad, a través de una universidad autónoma, internacionalizada, accesible, equitativa, democrática y participativa, que potencie la docencia, la investigación y la transferencia del conocimiento.

Para alcanzar este modelo de gobernanza es imprescindible reforzar la autonomía universitaria y consolidar el autogobierno, basándolo en la participación activa de toda la comunidad universitaria a través de sus órganos de representación. Esto supone impulsar, también, mecanismos que profundicen en la autonomía y la suficiencia de centros, departamentos y servicios. 

Será esencial avanzar en la elaboración de los reglamentos generales pendientes, que constituirán una de las tareas clave en la primera mitad del próximo periodo de gobierno. Asimismo, deberemos profundizar en la rendición de cuentas, la transparencia en la gestión y la evaluación sistemática de los programas, no solo para identificar debilidades, sino también para detectar nuevas oportunidades.

La participación efectiva de la comunidad universitaria debe traducirse en estructuras de escucha activa, atención constante y vías de comunicación. Es necesario fomentar un verdadero sentido de comunidad que, respetando la diversidad y la singularidad, refuerce la gestión compartida y el sentimiento de pertenencia a nuestra universidad.

En este sentido, resulta prioritario reforzar la co-gobernanza con los centros y departamentos, reconociendo su papel estratégico en el desarrollo de la vida académica y en la toma de decisiones. Promoveremos una comunicación fluida y bidireccional que no solo escuche, sino que establezca cauces efectivos de diálogo y colaboración. La creación de espacios de interlocución estables y cercanos permitirá avanzar hacia una universidad más cohesionada, donde el apoyo mutuo y la corresponsabilidad entre órganos centrales, centros, departamentos y servicios se traduzca en una gestión más eficiente, ágil y alineada con las necesidades reales de la comunidad universitaria.

Sobre la simplificación de los procedimientos y los espacios
Icono de puntos en conexión

Durante los próximos seis años, uno de los desafíos clave será la simplificación de los procedimientos administrativos y la optimización del ecosistema digital universitario. A pesar de los importantes avances en digitalización, especialmente acelerados durante la pandemia, es necesario seguir desarrollando sistemas que, desde la seguridad de la información, incorporen de forma responsable tecnologías emergentes como la inteligencia artificial.

La digitalización debe ser pensada no solo desde el avance tecnológico, sino también desde la experiencia de las personas usuarias. Apostamos por una digitalización más centrada en las personas, que evite complejidades innecesarias y facilite la gestión cotidiana para estudiantes, personal docente e investigador, y personal técnico de gestión, administración y servicios. Es imprescindible revisar y mejorar los canales y formatos de comunicación institucional, incluyendo notificaciones y procedimientos administrativos, con el objetivo de reducir la complejidad de los mensajes y procesos, mejorar la comprensión y promover una relación más cercana y eficiente con la comunidad universitaria.

Por otro lado, contar con información estructurada, fiable y accesible será esencial para una planificación estratégica efectiva. Por ello, se reforzarán los observatorios de datos existentes, fundamentales para la toma de decisiones y la mejora continua.

En cuanto a infraestructuras y espacios, es prioritario diseñar un plan plurianual de actuación que contemple la adecuación, modernización y sostenibilidad de las instalaciones docentes, investigadoras y de vida universitaria. Este plan debe formularse en coordinación con los centros y departamentos y alinearse con la estrategia de mitigación del cambio climático, que deberá incluir, además de criterios de construcción sostenible y eficiencia energética, aspectos como la alimentación saludable y de cercanía, y la implementación de un plan de movilidad sostenible.

Todas las actuaciones deberán contar con sistemas de indicadores que permitan evaluar su impacto medioambiental, y desarrollarse en paralelo al cumplimiento de los compromisos adquiridos en materia de nuevas infraestructuras.

Sobre las relaciones institucionales y la comunicación
Icono de personas

Es necesario consolidar una comunicación abierta, accesible, comprensible y multidireccional, que facilite el encuentro de intereses, mejore la transparencia y contribuya a estrechar vínculos entre la universidad y la sociedad a la que se debe.

En esta línea, la comunicación institucional debe empezar desde dentro, fomentando una relación directa, cercana y constante entre el equipo de gobierno y los distintos colectivos que conforman la universidad. La rectora y el equipo de gobierno asumen un compromiso firme de mantener reuniones periódicas con representantes de los principales órganos colegiados y estructuras académicas y de gestión –como la Conferencia de Decanas y Decanos y Directores y Directoras de Escuela y Directoras y Directores de Departamento, los colectivos del PTGAS y el estudiantado– con el fin de escuchar en primera persona, compartir información, anticipar necesidades y construir soluciones compartidas desde el diálogo, la confianza y la corresponsabilidad.



 

Sobre la financiación
Icono de Euro

La excelencia universitaria solo es posible si va acompañada de una financiación suficiente, estable y sostenida en el tiempo. Así lo reconoce la LOSU, que advierte del problema estructural de infrafinanciación de las universidades públicas españolas, y propone alcanzar al menos un 1 % del PIB en inversión en educación superior.

En este contexto, es fundamental reforzar el compromiso de la Universidad de Sevilla con su entorno y su contribución activa a los grandes desafíos sociales, como el reto demográfico o la crisis medioambiental. Compromisos que ya venimos asumiendo, pero que deben intensificarse en los próximos años. 

Los informes de la Fundación Conocimiento y Desarrollo (CYD) y de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) advierten de la posición rezagada de España en inversión en educación superior. Esta situación, sumada al crecimiento de la oferta de universidades privadas, amenaza la equidad y la sostenibilidad del sistema público universitario.

Frente a ello, defendemos una financiación que permita cubrir los costes estructurales del sistema y fomente la mejora mediante incentivos por resultados, incluyendo la financiación de la investigación y las infraestructuras. En particular, defenderemos el cumplimiento íntegro del Modelo de Financiación de las Universidades Públicas de Andalucía 2023–2027, aprobado por la Junta de Andalucía, asumiendo desde la Universidad de Sevilla un firme compromiso con la gestión eficiente, transparente y responsable de los recursos.

Creemos firmemente que contar con una financiación de las universidades públicas suficiente es, junto con la sanidad y los servicios sociales, uno de los pilares del Estado del bienestar y de una sociedad más justa e igualitaria. Muchas de las personas que hoy ocupamos cargos de gestión en la universidad somos fruto de aquella apuesta decidida por abrir la educación superior a todas las capas sociales a través de un sólido sistema de becas y políticas de igualdad de oportunidades.